
lunes 11 de mayo de 2009
La Puela siguió entregándome buenos momentos.
Luego de desayunar en el bar cafetería del hotel y mientras el clima se iba poniendo amenazador, seguí el consejo de Antonín y me dirigí al Ayuntamiento, donde existe una oficina de información de emigrantes.
Tal como lo anunciaba el monumento al Emigrante, en esa región el flujo de vecinos a América fue especialmente importante.
Algunos, los menos, volvieron con grandes éxitos y riqueza luego de “hacerse la América”, muchos volvieron como habían salido sin dinero pero con historias y experiencias y otros muchos simplemente no volvieron.
Los exitosos desarrollaron una arquitectura propia, que permitiera demostrar a las claras y sin ambages ante su comunidad nativa el resultado de su esfuerzo y habilidad. Son los indianos.
Lamentablemente allí sólo tenían registro de los emigrantes desde el año 1874, por lo que no tuve ocasión de hacer ninguna averiguación.
En ese momento ya estaba claro que se iniciaba una tormenta en toda forma por lo que decidí permanecer en el pueblo, disfrutar mi almuerzo y con total alivio salir en autobús evitando lluvia y ascensos.
El inconveniente era que el único bus del día hacia Grandas de Salime salía a las cinco y media de la tarde.
Afortunadamente en el hotel aceptaron con benevolencia hacerme check out tardío y dispuse mi habitación por más tiempo.
No puedo dejar de mencionar la delicia que fue ese último almuerzo en Allande donde nuevamente disfruté la fabada asturiana.
En ese momento comprendí que probablemente en algún lugar de mis genes estaban esos sabores perdidos y explicaban mi deleite con un plato de porotos con longaniza de mi tierra.
Al finalizar mi almuerzo quise dejar pagada mi cuenta por lo que busqué nuevamente al encargado.
El total me pareció más que razonable y a mucha distancia de lo bien que me habían tratado. Incluso la despedida final de Antonín al decir :
- -Tú eres de aquí.
- me volvió a emocionar.
En el bus mirando una lluvia torrencial acompañada de rayos y truenos, tomé conciencia que era primera vez en una semana que dejaba de desplazarme exclusivamente por mis propias piernas.
En Peñaseita, el albergue, subieron otros tres peregrinos que igualmente escapaban de la lluvia. Dos mujeres y un hombre.
Así conocí a Brigitte y Lydie, con quienes tuve ocasión de caminar más adelante. Al varón del grupo no lo volví a ver.
Fuimos los únicos ocupantes del vehículo, a excepción por supuesto del chofer.
En Grandas de Salime decidí que no tenía derecho a buscar refugio en el albergue por lo que me fui directamente a una pensión.
En ese pueblo pude acudir una vez más al centro de computación del ayuntamiento.
En Asturias casi todos los pueblos tienen un muy bien organizado centro de informática.
Allí existen computadores y conexión a internet. Todos los encargados fueron acogedores y m facilitaron su uso lo que me permitió revisar el @correo con alguna frecuencia.
No aceptan pago, lo que no supe si era por ser extranjero o peregrino. Por supuesto siempre manifesté mi gratitud por ese buen servicio y aquí quiero dejar constancia de ello una vez más.
En la pensión esa noche - cómoda pieza individual con baño, sin desayuno. Llaves a dejar en la cafetería al abandonar el local - una vez más tuve una noche agitada.
Como muchas veces desde que la fecha del viaje se aproximaba tenía sueños que parecían más claros e interesantes de lo habitual.
Por ejemplo, pocos días antes de partir de Chile soñé que ya estaba en el Camino.
Caminaba por una ciudad de aspecto antiguo y era sorprendente como al despertar recordaba mis pasos y su cadencia en esas calles estrechas. Incluso a las personas que iban a mi lado.
Una vez iniciada la marcha y especialmente los primeros días tuve sueños casi todas las noches. Además luego los recordaba con mayor claridad de lo habitual. Incluso soñaba en dos tandas.
Vale decir un primer sueño en el inicio de la noche y luego de un despertar parcial, otro hacia la madrugada.
Es posible que los cambios de hábitos con acostadas más tempranas y levantadas antes de amanecer, junto a la infinidad de emociones y experiencias de cada día hayan contribuido a ello.
Los sueños tenían dos tipos principales.
Habitualmente los primeros se relacionaban con el Camino y a veces simplemente parecían una recapitulación del día. Mis pasos en diferentes caminos. Otros con más símbolos que dejaré pendientes.
En cambio los de la amanecida eran con mucha connotación sexual. ¿Tal vez simple efecto de una vejiga llena?
Así esa noche la inicié con un sueño donde caminaba por un hermoso sendero agreste y percibía mis pasos uno tras otro. No había fatiga y lo que sentía era agrado y satisfacción.
De pronto desperté ya que en el pasillo exterior de la habitación otro pensionista, que por su acento y conversación parecía de Madrid, hablaba a toda voz por teléfono. En su descargo debo decir que existía un aparato público en ese sector, pero pucha que gritan en España.
Luego de algunas dificultades volví a dormir y esta vez el sueño fue más intenso.
Por un motivo extraño tenía de amante una bella mujer, joven y pizpireta.
En algún momento me anuncia que está embarazada y eso a mi no me preocupa o pareció no importarme.
Recuerdo que simplemente le mencioné que yo siempre había sido cuidadoso o empleado condón en las relaciones.
Su respuesta me hizo despertar.
- -Tú si.