shapeimage_2

jueves 21 de mayo de 2009

shapeimage_3

“Desde Oviedo ha llegado un peregrino de Chile”

En la misa del Peregrino a mediodía en la Catedral de Santiago se anuncia la llegada de los diferentes grupos de Peregrinos.

El día 21 de mayo 2009 se avisó por un peregrino chileno que venía desde Oviedo.
Pese a mis esfuerzos ese sencillo aviso me conmovió profundamente.
El peregrino era yo y culminaba así tal vez los 15 días más emocionantes de mi vida.

Con Paul salimos temprano desde Monte do Gozo y estuvimos entre los primeros caminantes que llegamos a la Catedral.
Entramos por estrechas calles, que yo ya había caminado.
Mencioné por ahí un sueño que tuve antes de partir en el que caminaba por las calles de una vieja ciudad europea.
Eran esas calles y esa mañana al avanzar paso a paso sentía que la realidad y ensueño se mezclaban.

P1020286-filteredP1020309

Poco antes de llegar comenzó a oírse el sonido de una gaita que nos guió en los últimos metros.
El gaitero evidentemente había pasado la noche de juerga y lanzaba sus últimos lastimeros sones antes de irse a descansar. Con felicidad le dimos unos pocos euros para compartir en algo la alegría que sentíamos a la vista de las torres. Habíamos llegado por la antigua vía de la Acebechería.

La llegada.

Luego de saludar y agradecer a Santiago por estar allí nos dirigimos a la Oficina del Peregrino.

Allí debimos esperar unos minutos ya que abría a las 9 am y todavía faltaba.
Dejamos nuestras mochilas en la fila y esperamos.

P1020294 P1010063

La foto superior la tomé yo y muestra a Paul esperando. La inferior la tomó él y unas semanas más tarde me la mandó.

En pocos minutos nos timbrarían por última vez nuestra credencial y nos darían la Compostela.
Eso significaba el fin del Camino y un nuevo ciclo que se cerraba.
Y eso lo compartíamos además con tantas personas a las que habíamos visto o saludado por aquí o allá en los últimos días.

sc00003dbb_1

Lo había logrado.

Había tenido un sueño, una idea, un deseo.
Había comenzado como una vaga intención y se había ido realizando poco a poco mucho antes que tomara mi mochila.
En esas tardes en que soñaba con ese caminar y temía no ser capaz.
En superar mis temores a lo diferente, a estar solo, a enfrentar lo desconocido.
Lo había hecho y sentía que ya nunca dejaría mi Camino.
Todavía quedaban cosas pendientes pero había alcanzado ese sueño, logrado esa vaga idea e intención y al hacerlo mi espíritu se regocijaba y ya no temía a la meta, ninguna meta.
Sentí que lo que importa es el Camino.
Confirmé que la belleza y deleite está simplemente en el caminar, en el aquí y ahora, en el día a día, el compartir, viajar liviano y agradecer cada pequeña cosa que te ayuda en ese caminar.
La meta se acerca y debemos prepararnos para ella, pero no es el Camino.

El Camino lo llevamos en el corazón y es bueno cuando podemos acercarnos a él.

P1020351

Santiago, muchas gracias.